miércoles, 15 de octubre de 2008

Trágate mis impuestos ¡puerco!


De repente, así como así, vi la historia económica de los impuestos consumada en la panza de un cabrón policía corrupto de mierda. Sí. El inevitable fluir de esa corriente de dinero que le TENGO, a huevo, que dar al gobierno se masificaba; cobraba su propia materia en un pseudo-chómpiras urbano, que en vez de protegernos, le robaba pal taco al pobre pendejo de adelante de mi. Ni siquiera pensemos si un ratero le robara el bolsillo a la doña de adelante. No lo alcanzaría.
Era obvio, la timba había que alimentarla con el mejor cebo y el sueldo que se escurría de mis compras, mi trabajo, mis pagos en general, no le bastaban. Necesitaba de la mordida de perro.
- ¡Fiiiiiiiiiitttttt! - le silbó al auto tsuru de características comúnes. - Oríllese, le digo.
Y al aplicarle el artículo 45 inciso b)22 xyz ¡SAS! El precio ascendía a 50 mil pesos. O al menos que quisiera pagarla de una vez ahí. Sólo serían 500 varos por pasarse el amarillo (yo ví que era amarillo).
Como no nos gusta ser periodistas, ahí les va la evidencia al inicio. A las pruebas me remito ¡MI BERN!