jueves, 13 de noviembre de 2008

Pendiente de título. Por Quique Santibañez

Cuando era pequeño, Copperfield me maravilló con un truco... desapareció como a 20 personas del escenario y los apareció en una playa paradisiaca con un simple chasquido de dedos, entre explosiones y humo. Entre ellos había un niño (cómo lo envidiaba) al cual le habían puesto una marca la cual enseñó ya que estaba en la playa para que el público viera que de verdad lo había hecho y que no era una farsa, o algo por el estilo.

A mí no me engañas David Copperfield. Sé lo que haces, ya tengo 19 años. Sé que en ese momento desmayas a toda la humanidad y te los llevas en la caja de un camión de doble remolque hasta la playa, pasas por tu casa para bañarte, coges una ropa igual a la que tenías el día del show regresas el tiempo, te presentas como si nada y nos devuelves la conciencia. Y todos te creemos que los desapareciste. Muy buen truco, cabrón. Por eso todos tenemos déjà vus y flashbacks... Porque regresas el tiempo a tu gusto y disposición.
Pero no más, Copperfield, estoy harto y esto es lo que haré. Convenceré a la humanidad de asesinarte. Sí, asesinarte. Les diré que si te asesinan no tendrán más déjà vus, insistiré tanto que la gente se sugestionará al punto de que cuando te maten de verdad no tendrán más déjà vus, y seré un héroe.
Podré matar a quien quiera… “Si asesinan a Madonna, no habrá más suciedad”, y la gente lo creerá. “Si asesinan a Brad Pitt, no habrá más tráfico”, y la gente lo creerá y no habrá más enfermedades ni tráfico en grande y pequeñas ciudades. El mundo estará bajo mi control psicológico.
Miles de actores, magos, políticos, músicos, en fin, personalidades reconocidas internacionalmente morirán. Hasta que nos quedemos sin ellas y yo me enfade de tantas mentiras. Es en ese momento les diré que si me asesinan a mí dejará de haber muertes, y me matarán. Pero la muerte no la pueden parar. Después de mi seguirán muriendo personas y animales y descubrirán que todo lo que hice que hicieran fue una mentira. Y volverán a tener déjà vus... Pobres diablos.

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA EUFORIA DE MAMÁ Por Frnando Hra-García


A lo largo de mi vida, y teniendo 21 años de ser hijo, uno conoce que la euforia de mamá puede reventar con cualquier choque de su límite performativo. Así sea el más mínimo, he comprobado que los nervios de una madre persiguen una operación cansada pero que sigue funcionando, aunque dramáticamente me pregunto: ¿Cuánto tardará en reventar la cansada sistematización?
Todo esto lo muestro por mi experiencia del mes pasado, cuando mamá me invitó a comer amablemente.
-¡Se va a enfriar pues la comida! ¡Míralos pues, gordo, eh! ¡Ni quieren comer! ¡Bueno si no quieren allá ustedes, yo no les voy a estar rogando, nadamás que alrato no vayan a estar diciendo: "Mamá, tengo hambre, tengo hambre"! ¡Un día de estos se levantan y no me van a encontrar, y a ver qué hacen, como aquí tienen a la 'sirrrrvienta' que les hace todo. ¡Todo lo que me he sacrificado por ustedes y miren cómo le pagan a uno! ¡Cuántos niños no estarán deseando ese plato de comida y ustedes rechazándolo!
-Ya, mamá, ya voy, estaba viendo la Champions.
-Cual pinche Champions. Usted no se manda solo, cuando trabaje y se mantenga, hablamos. Para que hagan las cosas bien hay que estar detrás de ustedes. ¡Me van a volver loca!
-Mamá, tal vez vienen mis amigos en la noche, aquí a platicar.
-Uy sí, a platicar. Ya sabes que esas amistades no me gustan.
-Mamá, pero si ya los conoces...
-Yo ya les enseñé lo bueno y lo malo, ustedes verán. ¡Con usted todo es una lucha! Una cosa es libertad y otra libertinaje... ah y otra cosa, el cuarto es un cochinero ya, eh. Me lo arreglas...
-Mami, pero ¿por qué?
-Porque yo soy su mamá ¡y punto!
¡Veintiún años! ¡Veintiún años siendo hijo! ¿Crees que es fácil, mamá? No, claro que no. Yo sufro como una Medea y cuando lo hago me estremezco de miedo. Y no soy el único, los hijos vivimos con miedo. Sí, con miedo. Con miedo de encarnar la temida por todos "EUFORIA DE MAMÁ".