lunes, 11 de agosto de 2008

La cacería del Yo por Pedro Gándara.

Por más que le de vueltas al asunto, la idea de matar al próximo en verdad me causa pavor y al mismo tiempo asco; asco de la especie a la que pertenezco. Se mata por todo, digo, desde porque te vieron feo hasta por que el cabrón que vive al otro lado de la frontera tiene apellido Ruso y no de Georgia. Basta ver las terribles imágenes de la actual guerra. Un joven caucásico llorando la muerte reciente de su hermano al cuál le cayó una bomba mientras cagaba ¡Pum! Y en vez de cagar, se lo cagaron.
Una cosa es matar por comer, como lo hacíamos en algún momento, cazar, tirarle un arponazo a un pez, asarlo, comerlo, disfrutar con la familia, etcétera (lo cual de algún modo quiere decir "encargar más niños"). Pero no. Hoy es el día de agarrar el filero y enterrarselo en el vientre a un tibetano hijo de puta mientras disfruto en la T.V. de ese bonito cuerpesito escultural que flota por los aires haciendo piruetas. A estas alturas se trata de provocar daño por que no tolero la realidad; estoy tan chingado que no puedo aceptar que el otro, ese que está allí enfrente, es igualito a mi, que no hay diferencia alguna. Cacería del Yo. Me mato, me autodestruyo, me emputo con el referee porque no contó ese puñetazo en la cara, y queriendo disimular, me doy un tiro en la cien y derramo mi sangre por la tierra, para que además ésta se pudra, pues además ¿¡Qué creen!? Pues que en la cabeza traía mierda. El destapacaños es esa bala que atraviesa en el día a día al Yo.

No hay comentarios: