martes, 12 de agosto de 2008

MI PAPÁ ES UN VAMPIRO por Frnando Hra-García

Sí, cabrón, ya sé. ¿Tú crees que mi papá no se emputó cuando se lo dije? Claro que sí. Se retroemputó. Mucho más que cuando le dije que quería ser periodista (es broma pendejos).
Bueno, todo empezó hace como 3 semanas, cuando lo encontré platicando sólo con Luna, mi perra que para colmo no ladra. ¡Ay, Lunita, quién le trajo su premio! Y ahí está, el héroe, papá dándole un fucking pedazo de carne que lo envidiaría justo aquí, en mi pobre vida de estudiante.
Pasaron los minutos y yo seguía observando a papá cuando escuché un aplauso seguido de la expresión cuasiinmencionable ¡Agüebo!, y ahí estaba papá, aplastando un gran mosco. Lo miro y papá se lleva la mano a la boca en lo que interpreté como un acto vampirezco. Sí, ya sé lo que piensas, que eso no prueba nada. Pero espera a que te cuente lo que me pasó hace dos sábados.

Llegaba de un partido de fútbol, cuando en la cocina estaba mi padre bebiendo de un vaso de cristal un líquido rojizo, con las mismas características que la sangre tiene. ¿Quiéres jugo de tomate?, preguntó mi padre. Jugo de tomate, claro papá, jugo de tomate, y las chichis de New York son naturales. Ándale es buenísimo, tiene antioxidantes. No gracias. Además le pone salsa tabasco a su jugo. Guácala.
Cocinando, más tarde, mamá se rajó el pellejo cortando un queso rancio. y...¡Nuevamente! Papá se acercó con una servilleta a limpiarle el dedo. Nunca vi que papá tirara la servilleta en el sesto de basura. Por las noches no puedo dormir, pensando que papá entrará por la noche a por mi sangre. Cuando regrese a Uruapan, lo miraré a los ojos y le diré: Papá, se tu secreto. Algún día te darás cuenta de lo buen pedo que soy.

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